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SOCIEDAD
Un grupo de regueranos visita la Comunidad Foral de Navarra
En la tradicional excursión que se organiza desde el Ayuntamiento reguerano, cerca de 70 personas visitaron los días 1 y 2 de octubre la Comunidad Foral de Navarra.
Partieron muy temprano para hacer la primera parada en tierras cántabras, tras desayunar en Hoznayo retomaron el viaje hacia Navarra, rumbo al valle de Baztán donde llegaron a la hora de la comida. Acompañados del río que da nombre al valle siguieron avanzando dejando atrás hermosos caseríos, en cuyas fachadas destaca la piedra rosa propia de la zona y sus balcones literalmente invadidos por geranios. Tras atravesar un largo túnel de 3 km. sorprendió el cambio radical en el tiempo, una ligera lluvia y la neblina iban escondiendo los frondosos bosques que rodeaban la carretera y daban un cierto halo de misterio al paisaje, anunciando la inminente llegada a Zugarramurdi, el pueblo de las Brujas. Los regueranos se encontraban en el Pirineo Occidental en la frontera con Francia. Obligada visita a las cuevas donde se celebraban los famosos akelarres. Al final de la tarde iba a tener lugar allí una actuación musical, así que el bullicio de los preparativos, incluidas las cámaras de televisión, ahuyentaron las brujas y estas no se dejaron ver. Alguno de los vecinos del pueblo contó que quizá fuera el sonido de la gaita lo que realmente hizo que las brujas se escondieran, y es que entre los excursionistas iba el gaitero Gelín de La Casuca, que aprovechaba cualquier momento para tocar la gaita.
Desandando el camino, llegaron a Elizondo, precioso pueblo del que destacan sus casas señoriales, la visita consistió en un recorrido en autobús escuchando las explicaciones de dos guías turísticas.
Llegaron a Pamplona en torno a las 20.00 h., un pequeño descanso en el hotel, cena y baile hasta la media noche.
En la mañana del domingo hubo tiempo para recorrer las míticas calles por donde trascurren los encierros, ver la llamativa fachada del Ayuntamiento desde cuyos balcones se lanza el chupinazo o visitar la catedral cuya sobria fachada contrasta con su interior gótico.
Tras la comida en la ciudad la vuelta a casa con las paradas de rigor, incluida la de Unquera para comprar corbatas.